Se trata de un ejemplar elaborado a partir de uvas provenientes de la finca de Luján de Cuyo, con el objetivo de obtener un espumoso fácil de beber, con aromas más maduros y una acidez no tan explosiva. Lo interesante es que Rosell realizó una maceración prefermentativa en barricas de roble francés, para complejizarlo un poco.
El resultado de este espumante (60% Pinot Noir y 40% Chardonnay) es una paleta que conjuga en su nariz notas de frutas blancas, suaves tostados y una punta de frutos secos, como almendras y castañas de cajú tostadas.
En boca es un espumante con buen volumen, acidez tenue y un final a toda orquesta, cargado de aromas a damascos y pan tostado.